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Pero sus buenos resultados no son fruto de la casualidad, detrás de ellos, una serie de medidas drásticas y leyes muy restrictivas, cuyo fin es el de conseguir mantener la pureza del aire y de los recursos naturales para las generaciones venideras. Estas son las ciudades de las que deberíamos tomar ejemplo:

Calgary (Canadá)

La que fuera sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1988 encabeza el ránking de ciudades con un índice de contaminación mínimo. El éxito de su aire limpio y puro se debe principalmente a que el 75 por ciento de la energía que consume procede de las renovables, y eso que paradójicamente, su economía vive de la extracción de petróleo.

Reikiavik (Islandia)

La capital islandesa cuenta con una privilegiada situación y una densidad de población muy baja (apenas alcanza los 120.000 habitantes). Pero su reducido tamaño no impide que su gobierno se tome muy en serio el ideal de hacer de su ciudad un entorno sostenible. Así, ha puesto en práctica diversas medidas encaminadas a la reducción de emisiones de efecto invernadero, el control del volumen de residuos, la conservación de sus recursos naturales, etc. Para ello, se abastece totalmente de energías renovables. Y el resultado no puede ser mejor: Actualmente, es una de las ciudades menos contaminadas del planeta.

Honolulú (Estados Unidos)

La ciudad que vio nacer al ex–presidente de Estados Unidos, Barack Obama, es el mejor ejemplo de que urbanismo y naturaleza pueden convivir en armonía sin que por ello se incrementen los índices de contaminación, todo lo contrario. Y los principales responsables de estas cifras tan positivas son los propios ciudadanos, para los que la concienciación ecológica es una parte importante de la educación. En Honolulú es raro encontrar un papel tirado en el suelo.

Waterhorse (Canadá)

De nuevo Canadá, con otra de sus ciudades más limpias: Waterhorse. No sólo es una de las más limpias del mundo, además su contaminación lumínica y auditiva es también un ejemplo a seguir. En esta urbe –una de las más jóvenes del planeta- no habrá luces que nos impidan disfrutar por la noche de la bóveda celeste

Oslo (Noruega)

Como contrapartida a su mala fama en cuanto a ser una de las ciudades más caras del mundo, posee el mérito de ser una de las más limpias. No hace mucho, en 2016, se aprobaron una serie de medidas drásticas con el fin de prohibir el uso de vehículos propulsados con gasolina o diésel y fomentar los eléctricos. Además, en todo el país la deforestación de la madera es un delito, por lo que queda prohibida la tala de árboles y el consumo de productos derivados de la madera.

Helsinki (Finlandia)

La capital del país nórdico es conocida por tener una tasa de vehículos muy reducida en comparación con el número de habitantes gracias, sobre todo, a las continuas mejoras en la infraestructura del transporte público. Se trata de una ciudad grande y con extensas áreas verdes con una gran calidad del aire, a pesar de ser una región fría y con escasas horas de luz en invierno, lo que se traduce en un gran gasto de energía. De ahí que sus resultados sean doblemente valorados.

Zúrich (Suiza)

Si decíamos que Oslo era una ciudad cara, lo de Zúrich va mucho más allá, no en vano es el motor económico y financiero del país. A pesar de ello, está catalogada como una de las mejores ciudades para vivir, y esto se debe a su calidad del aire. Las férreas medidas contra los residuos de las industrias pesadas y con las miras puestas en la promoción del transporte público, han convertido la ciudad en la joya del país transalpino.

En España, Oviedo es la ciudad menos contaminada. Pero aún estamos a años luz de conseguir la pureza del aire de otros países. El uso de energías renovables es un buen punto de partida. Los coches eléctricos son la mejor opción para reducir la contaminación de las grandes urbes. Además, a la larga nos saldrá más barato. Y con el Seguro Ecológico de MAPFRE, nuestro vehículo estará en las mejores manos.