Desde la Unión Europea se aúnan cada vez más esfuerzos para eliminar los coches de combustión del paisaje debido a los supuestos altos índices de contaminación y a su producción de gases de tipo invernadero. Las normativas establecidas por la Comisión Europea buscan que sean los países los que den los primeros pasos para la eliminación de los coches con motores de combustión y que estos sean sustituidos por otros que utilicen energías limpias.
En España, el impuesto al diésel es una de las primeras medidas establecidas para la eliminación en las carreteras de este tipo de coches. La implantación del impuesto al diésel se ha visto retrasada debido a la falta de acuerdo entre los distintos agentes.
El impuesto al diésel
El principal argumento para la aplicación de este impuesto se debe a que los coches diésel realizan supuestamente emisiones contaminantes nocivas para la salud de las personas. Desde la Agencia Europea de Medio Ambiente, se indica que cada año 33.200 personas mueren en España debido a la contaminación del aire.
De estas muertes prematuras, 25.500 son provocadas por las partículas que se encuentran en suspensión en el aire y que son nocivas para la salud, 1.800 por el ozono que se encuentra a baja altura y otras 5.900 por el dióxido de nitrógeno (NOx). Estas cifras están relacionadas con los coches diésel ya que son los responsables de que este tipo de gases y partículas peligrosas se hayan multiplicado en los últimos años.
Por tanto, desde el Gobierno, siguen defendiendo la aplicación de este nuevo impuesto en el año 2021 y lo vuelven a poner sobre la mesa de nuevo. Con ello, se busca reducir el número de adquisiciones de este tipo de vehículos y disminuir poco a poco los niveles de contaminación, mejorando la calidad del aire que se respira en las ciudades.
Esta medida, que ya fue anunciada en 2018, ha hecho que muchos fabricantes hayan decidido desterrar al diésel de sus fábricas y apostar por otro tipo de tecnologías. Esto ha hecho que la matriculación de este tipo de vehículos haya descendido en el mercado de nuestro país.
Cómo afectará al repostar
El impuesto al diésel aún no tiene fecha de aplicación y se ha ido retrasando en el tiempo. La subida planteada por el Ejecutivo del impuesto de hidrocarburos, concretamente para el diésel, se sitúa en los 3,8 céntimos el litro.
Es decir, el usuario sería el que debería pagar este nuevo impuesto, haciendo que el repostaje pasase de una carga impositiva situada en los 30,7 céntimos por litro en la actualidad a los 34,5 céntimos una vez que entre en vigor.
Esto supone un aumento por repostaje que se situará en los 2,3 euros de media cada vez que un coche diésel reposte un depósito de 50 litros, IVA incluido. Además de reducir el consumo de este tipo de combustibles y la compra de coches propulsados por él, desde el Ejecutivo destacan la búsqueda de una equiparación entre los impuestos que gravan el diésel y la gasolina.
En la actualidad, la gasolina cuenta con un gravamen que se sitúa en los 40,07 céntimos por litro. Es decir, del precio que cada usuario paga por un litro de gasolina, 40,7 céntimos son impuestos. En el caso del diésel esta carga impositiva se encuentra en los 30,7 céntimos por litro.
La subida acercaría más los impuestos que ambos usuarios pagan por cada litro de combustible, ya que se situaría en los 34,5 céntimos. Entre ambos combustibles, Hacienda podrá recaudar un total de 2.393 euros anuales tal y como estima la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal.
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