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Hay algo que no cambia desde hace mucho tiempo, y es que el casco es la imagen que se queda el aficionado para relacionarlo con sus ídolos. Sin embargo, este elemento ha evolucionado tanto o más que la Fórmula 1 en sí. A pesar de que su diseño parezca no haber cambiado desde hace muchos años, lo cierto es que la tecnología utilizada para su fabricación y su rendimiento en caso de accidente no tienen nada que ver con lo que podíamos ver hace diez o quince años. Por ejemplo, a mediados de los años 80 los cascos de los pilotos de Fórmula 1 pesaban más de dos kilos, mientras que hoy en día el casco de Alonso, Hamilton y compañía tiene un peso de 1,25 kg, con el beneficio que ello supone a la hora de evitar fatiga y lesiones en el cuello de los pilotos.

Cascos de Fórmula 1, alta tecnología y seguridad

Además de reducir el peso, se ha conseguido aumentar exponencialmente su resistencia ante impactos. Está fabricado con dieciséis capas de fibra de carbono, material moldeable y muy resistente, fibra de vidrio, kevlar y Zylon, contando también con elementos de aluminio, titanio y magnesio que lo convierten en un elemento más resistente que un chaleco antibalas. Sin utilizar esta tecnología, Felipe Massa no habría contado su accidente de 2009 en Hungría, cuando un muelle desprendido del Brawn de Rubens Barrichello le golpeó en la cabeza.

La visera a prueba de balas del casco de fórmula 1

La visera también está fabricada con materiales especiales como policarbonato, y aunque su resistencia es menor a la del resto del casco, ésta supera con creces a la de un casco de hace años. Soportaría balazos a 500 km/h desde poco más de un metro. También es resistente al fuego, por lo que es vital que los pilotos no se levanten la visera bajo ningún concepto. Esto estuvo a punto de costarle un disgusto al finlandés Kimi Raikkonen en el GP de Brasil de 2009, cuando el McLaren de su compatriota Kovalainen salió ardiendo momentáneamente en boxes y Kimi, justo detrás de él, llevaba la visera abierta para refrigerarse. Posteriormente Raikkonen declaró que tuvo mucha suerte, y que sufrió molestias en los ojos durante toda la carrera. El coste de cada casco varía entre los 5.000 y 9.000 euros, y los pilotos utilizan alrededor de una decena por temporada.