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¿Has detectado que tu vehículo desprende un olor a embrague quemado? Aunque este efecto no es siempre sinónimo de avería, es necesario prestarle atención para que a la larga no sea un problema.

Principales causas

Hay tres causas principales que originan este característico olor:

Por abuso del embrague

Por un lado, puede deberse al uso puntual que damos al embrague en determinadas circunstancias. Por ejemplo, cuando tratamos de arrancar el coche en una cuesta empinada, o cuando en un atasco usamos tanto el embrague que no le da tiempo a refrigerarse entre cada parada y arranque.

En estas situaciones, los ferodos del disco sufren un sobrecalentamiento y se desprende un olor a quemado de forma puntual que desparece con el paso de los kilómetros.

Esto en sí no supone ninguna avería, pero si el abuso del embrague es continuado se producirá un desgaste y, entonces, sí habrá que acudir al taller.

Por desgaste

Si el embrague está desgastado, patina en exceso sobre la superficie del volante motor, lo que hace que huela a quemado. En este caso el olor, que recuerda al de los frenos sobrecalentados, no desaparece al cabo de varios kilómetros, sino que es constante y aumenta de forma de progresiva.

Para comprobar si éste es el problema, prueba a poner tercera o cuarta y acelerar desde baja velocidad. Si el motor se revoluciona, pero no avanza, es una clara muestra de que el embrague está desgastado.

Por suciedad

Por último, otra de las causas que pueden hacer que el embrague huela a quemado es por la suciedad acumulada o porque haya habido una fuga de aceite. En este caso, el olor es muy característico y no se produce de forma constante, como cuando el fallo está en un posible desgaste.

¿En qué consiste la reparación?

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Si se usa correctamente y no se abusa de él, el embrague puede durar toda la vida del coche. Pero si no es así y presenta síntomas de desgaste, se corre el riesgo de dañar el volante motor e incluso romperlo. Así pues, no queda otra que pasar por el taller antes de seguir usando el vehículo en estas circunstancias.

En cualquier caso, si dispones de un Seguro de Coche MAPFRE  tienes la tranquilidad de contar con la cobertura de asistencia en carretera desde el kilómetro cero.

La reparación del embrague no es barata, ya que en la mayoría de los casos hay que desacoplar la caja de cambios del motor, el mecanismo y sus mandos. Y, aunque solo esté afectado el disco, lo mejor en estos casos es cambiarlo por completo y sustituirlo por un kit, que incluye la placa, el disco y el cojinete o actuador hidráulico del embrague.

Incluso en algunos modelos puede ser conveniente cambiar también el volante de inercia, que es el encargado de regular el giro del cigüeñal para transmitir el movimiento del motor a la caja de cambios y después a las ruedas.

Eso sí, como decimos, no es una reparación barata. El coste de un kit convencional ronda los 658 euros, mientras que el kit bimasa está en unos 1.200 euros de media. El precio puede variar considerablemente de una provincia a otra.