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Antes de lanzarse a la aventura de un nuevo viaje sobre ruedas y afrontar largos trayectos sobre la carretera, es fundamental realizar una revisión de coche a fondo y comprobar que todo funciona correctamente. Por suerte, muchos de los puntos clave los podemos repasar nosotros mismos, siempre y cuando sepamos qué tenemos que examinar.

Además de mirar niveles de líquidos y el desgaste de los neumáticos, hay otros puntos sensibles del vehículo a los que no solemos prestar la atención debida.

Si no quieres que un descuido te amargue un viaje, esto es lo que debes comprobar.

Nivel de aceite

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Lo primero a la hora de hacer la revisión del coche es comprobar que la cantidad y la calidad del lubricante siguen en perfecto estado después del invierno, ya que las heladas hacen que el circuito se contraiga varias veces, y al circular en tráfico lento se consume más aceite de lo habitual.

En la mayoría de los vehículos los intervalos de cambio de aceite oscilan entre 15.000 y 30.000 kilómetros. Pero si observas que el nivel es muy bajo o su ciclo está próximo a su fin, hay que cambiarlo.

Para saber si está todo en orden, hay que hacer la medición con el motor en frío y con el coche sobre un terreno horizontal. Es tan sencillo como sacar la varilla, limpiarla con un trapo o pañuelo, volverla a introducir hasta el fondo, sacarla de nuevo y observar que el fluido se encuentra entre las marcas del máximo y el mínimo.

Líquido refrigerante

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La correcta refrigeración del vehículo es tan importante o más que comprobar los niveles de aceite, y su revisión también la podemos efectuar nosotros. No hay que olvidar que los trayectos vacacionales implican largos recorridos y frecuentes atascos, lo que puede hacer que se sobrecaliente el motor.

Para cambiar el líquido refrigerante no hace falta quitar el tapón, porque el vaso de expansión tiene un nivel indicador que suele ser translúcido. Es importante hacer las comprobaciones con el motor parado y en frio, ya que no solo la medición sería imprecisa, sino que podrías quemarte con el vapor que brota al abrir el tapón.

También hay que estar al tanto de la limpieza interior y exterior del radiador, ya que el aire debe circular sin problemas por sus láminas para eliminar el calor del anticongelante. Si el nivel del refrigerante es el correcto, pero la temperatura del motor es excesiva, puede ser porque se haya estropeado la bomba del agua o se haya obstruido el radiador. En este caso, habrá que llevar el coche al taller.

Si sospechas que puede haber una fuga, tienes la opción de comprar líquido anticongelante fluorescente de color amarillo o rosa. Así, te será más fácil ver si deja alguna mancha en el suelo del garaje.

Limpiaparabrisas

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Un aspecto que tiene más relevancia de la que parece es el de reponer el líquido del limpiaparabrisas y revisar las escobillas, sobre todo antes de un viaje en verano, ya que durante los trayectos en carretera en esta época es cuando más mosquitos impactan en la luna, lo que dificulta la visión. Si ves que tu limpiaparabrisas hace ruido o no limpia de forma uniforme el cristal, es porque hay cambiar el líquido. Esta tarea es muy sencilla y hay que llevarla a cabo también con el motor en frío para evitar quemaduras. Para ello, basta con retirar el tapón, colocar un embudo y verter el líquido nuevo teniendo cuidado de que no rebase el depósito.

Si los rociadores se encuentran mal orientados o están atascados, se puede utilizar un alambre de un cable de freno de bici para desatascarlos.

En cualquier caso, conviene ser previsor y llevar una botella extra con líquido limpiacristales para rellenar, aunque también te puede servir agua destilada de la que condensan los aires acondicionados domésticos.

Neumáticos

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El desgaste o la presión inadecuada de los neumáticos pueden comprometer el agarre del vehículo y resultar muy peligroso para circular, más aún si se trata de un viaje de largo recorrido. Por eso, hay que dedicar el tiempo necesario a vigilar el estado de las ruedas.

Circular con la presión recomendada por el fabricante es fundamental para aumentar la seguridad, reducir el consumo y también alargar la vida de los neumáticos. Para empezar, revisa en el manual de usuario la presión que debe haber en cada eje, ya que depende de cada vehículo, del tipo de neumático y del nivel de carga que vayan a soportar.

En las estaciones de servicio y gasolineras encontrarás manómetros públicos que te permitirán añadir o restar la presión, según convenga. Si lo prefieres, puedes adquirir tu propio manómetro en una tienda de accesorios de coches, con un precio que puede oscilar entre los 20 y 100 €.

También hay comprobar que los surcos del dibujo tengan una profundidad mínima de tres milímetros, que se puede medir con los testigos del propio neumático o con el canto de una moneda de un euro (si se ve la parte plateada, hay que poner unos nuevos). Y revisar que no tengan cortes, abolladuras, perforaciones, ni un desgaste irregular.

Frenos

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Si todo lo anterior es importante, los frenos no se quedan atrás. Antes de salir de viaje hay que examinar la presión del circuito de frenos en el vaso expansor. Para ello, hay que pisar a fondo el pedal de freno en parado y ver si baja el nivel del vaso de expansión.

Si en tus trayectos del día a día descubres que los frenos no ofrecen la resistencia ni la capacidad de detención adecuada, debes acudir a un taller, ya que seguramente haya que cambiar las pastillas e incluso los discos si fuera necesario. Recuerda que con el Seguro de Coches MAPFRE dispones de una amplia red de talleres, además de cobertura de asistencia en viaje desde el kilómetro cero en cualquier tipo de vía.

Luces

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Las luces de posición, las de freno, los intermitentes, etc., pueden fundirse sin que nos demos cuenta. Esto no solo puede acarrearnos una sanción, sino que además puede ponernos en situación de peligro. Por eso, antes de salir hay que revisar todas las luces y sustituir las bombillas que se hayan fundido.

También es importante llevar las luces de cruce bien reguladas, ya que si están demasiado bajas no iluminarán lo suficiente y la visibilidad será más reducida, y si están demasiado altas, pueden provocar el deslumbramiento de los conductores de tu alrededor.

Para regular las luces, primero debes nivelar el coche asegurándote de que la presión de los neumáticos es la adecuada. Apárcalo en un terreno plano a unos 30 centímetros de una pared blanca. Enciende las luces y haz una marca con forma de T en la zona más iluminada. Si no quieres pintar en la pared, puedes usar cinta adhesiva o similar. Esto te servirá para comprobar que ambas luces están alineadas.

Después, aparca el vehículo a unos diez metros de la pared y asegúrate de que, a pesar de que el área luminosa desciende, el centro de la misma no se ha desviado de la línea vertical de la T que pintaste. Por su parte, la línea horizontal debe haber descendido unos cinco centímetros respecto de la primera marca.

Si tras realizar esto ves que necesitas regular las luces, sigue las indicaciones que encontrarás en el manual del fabricante.

Otras revisiones de coche

Además, de las anteriores, que son las revisiones más importantes antes de emprender un viaje, existen otra serie de comprobaciones que nos evitarán más de un disgusto. Por ejemplo, el estado de la batería, la suspensión, la dirección o los inyectores, que se puede revisar a simple vista, siempre y cuando se tengan ciertos conocimientos mecánicos. Aun así, lo más recomendable es acudir a taller.

No hay que olvidar que también es importante revisar los manguitos y abrazaderas (si presentan grietas hay que cambiarlos) y las bujías, cables y filtros.