La Dirección General de Tráfico (DGT) cuenta con medios cada vez más sofisticados encaminados a reducir los accidentes ocasionados por el exceso de velocidad. En total tiene instalados más de 1.300 radares en sus carreteras, de los cuales 661 son fijos, 68 de tramo y 572 móviles, según datos oficiales. A todos ellos hay que sumar un nuevo método: los radares dobles.

En nuestro país, este concepto tiene más que ver con la idea de los radares de cascada utilizados en pruebas piloto por la Policía Foral de Navarra. Estos consisten en instalar un radar móvil camuflado poco después de un radar fijo para captar al infractor en dos instantes diferentes, pero en un periodo muy corto de tiempo. Sin embargo, no tienen nada que ver con los originales radares dobles. Te lo contamos.

Francia, pionero en los radares dobles

El país galo fue el primero en instalar radares dobles en sus carreteras con el objetivo de captar las matrículas de las motos. Éstas sólo están obligadas a montar la matrícula en la parte posterior, y como los equipos de medición franceses son habitualmente frontales, nunca podían ser fotografiadas por estos aparatos.

Así, surgió la idea de crear cinemómetros fijos como los de siempre, pero con dos cámaras situadas en dos puntos de vista diferentes: una que fotografía al vehículo de frente para reconocer al infractor, y otra que lo hace de espaldas. Un método infalible para dejar registrada la matrícula de las dos ruedas.

¿Hay radares dobles en España?

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El concepto galo de caja con dos cámaras no ha llegado aún a España. Cuando aquí se habla de radares dobles, en realidad se trata de dos aparatos de medición situados en un mismo tramo a una escasa separación el uno del otro.

Buen ejemplo de ello son los que hay instalados en la A-8 (Autovía del Cantábrico). En el tramo de Villaviciosa dirección Gijón hay dos radares separados por 8,6 kilómetros que emiten una doble multa a aquellos conductores que circulan a más velocidad de la permitida en dicho tramo.

Lo que se busca con esto es pillar in fraganti a ese 10 por ciento de conductores que tiende a frenar cuando se aproxima a un radar, pero que acelera de nuevo cuando se aleja de él.

Cabe destacar que estos radares pueden sancionar dos veces a un mismo conductor por un mismo concepto. Además, esto hace que las multas recibidas sean difícilmente recurribles (a no ser que exista un defecto de forma), ya que la infracción se ha capturado en dos instantes diferentes por dos cinemómetros distintos que han pasado sus controles metrológicos pertinentes.